Partly because of your love for yoghurt

jueves, 2 de diciembre de 2010

Perdón

Le bastaron unos segundos para darse cuenta de que delante de ella se había abierto un abismo.
Que ya no podía volver a tras. Que eso era algo que ella misma se busco al haber cometido tantos errores.  Ese abismo la atraía y la iba envolviendo como lo hace una araña con su presa... La aprisionaba cada vez mas y le iba quitando el aire poco a poco. Después de una lucha por sobrevivir, se resigno. Cerró los ojos y acepto caer en el olvido. Sabiendo que nadie la echaría de menos. Sabiendo que no se le abrirían las puertas del cielo después de todos sus pecados.
Entonces mientras una lágrima caía por su mejilla, notó como el filo de la cuchilla de la muerte le atravesaba el pecho.  Consiguió retener dentro de ella el grito ahogado que quería salir desde su garganta.  Un grito de dolor. Un grito de pena. Un grito de impotencia por no poder regresar atrás en el tiempo para redimir todos sus errores. Todas las faltas que cometió por no saber lo que es tener algo que perder. Para intentar llenar una vida vacía, sin alicientes, llena de odio y rencor hacia la gente que la rodeaba. Para lograr encontrar a alguien q la quisiera y poder querer a ese alguien.
Las miradas de desprecio iban cayendo sobre ella, aun a expensas de que estaba agonizando. Las miradas de la gente a la que tanto daño había echo.
A mi no me importaría morir sabiendo que la mujer que te trajo al mundo te considera un engendro al que no quiere ni ver... sabiendo que mi padre me odia... Que mis hermanos me tienen pena y que a la única persona por la que alguna vez intente luchar  le doy asco. A mi no me importaría morir... Pero ella se aferraba a la vida mientras de su boca empezaba a salir sangre.
Nadie tuvo compasión de ella. Nadie se molestó en llevarla a un hospital. Nadie se molestó en arrancarle del pecho esa escalera que alguien dejo caer justo cuando ella pasaba. Nadie sintió lastima. Bueno... solo una niña. Una pequeña  vagabunda. Una niña de unos ocho años que presenció el fatídico accidente mortal. La observó agonizar. Se acercó a ella y la cogió de la mano. Cuando sintió esa pequeña y cálida mano abrió los ojos mientras miles de lágrimas surcaban sus mejillas. Le miro a los ojos y con la voz ronca solo fué capaz de articular un “Gracias” . La niña no comprendió que era lo que le agradecía. Pero sin saberlo fué lo unico que  la ayudó a morir en paz. Fué la única que no tubo ningún reparo en acercarse a ella y mostrarle que hubiera echo lo que hubiera echo en su vida nunca iba a estar sola. Le dejo sentir  el calor de alguien que te coge de la mano para transmitirte sus fuerzas esperando que salgas adelante.
Esta es una triste historia que no me hubiera gustado presenciar. Me hubiera gustado tener el coraje y la fuerza suficiente para haber echo lo que esa niña. Ahora después de ocho años solo me queda pedir... PERDÓN