(...)Me senté mirando abajo... Bajo mis pies el caos de la ciudad... Todos los semáforos se habían
puesto de acuerdo para parar a los coches en el mismo instante... Solo me quedaban los segundos exactos para recapacitar... Que me hizo sentarme allí... Es algo que mi corazón me obliga a hacer....
A mi mente vinieron recuerdos como el día de mi primera comunión... El día en el que se murió mi perro.... El primer beso que me dio mi novio... La primera vez que vi a mi actor favorito... Solo eran sucesos en mi vida. Nada comparado con la adrenalina de matar a alguien.... Después vinieron los remordimientos... La imagen era imposible de olvidar. El escenario de un crimen del que nadie sabe quien fué el artífice. La sangre por el suelo... Mechones de pelo al lado de su cabeza... Y una llaga en el pecho... Al mirar abajo se ve una mano. La mía. Sostiene un chuchillo ensangrentado con el que había matado a la causante de mi ira. Una lágrima caía por mi mejilla. No por haberlo hecho me sentía satisfecha. Entonces el dolor se apoderó de mi. Poco faltó para clavarme el mismo cuchillo... Pero algo quiso que por mi mente pasase su cara... A pesar de todo quería despedirme de el. Sentir sus labios por última vez... Eses besos tan dulces que me hacían sentir única. Pero no fueron suficientes para aliviar mi dolor... Y el no lo entendió. No entendió porque le pedí perdón. No entendió porque lloraba. No entendió porque me fui así.
Cuando llegué a casa tenía la clara intención de vengar a la persona que había matado hacía tres horas. Así que aquí estoy. Tres... dos...uno... los semáforos están en verde... Adiós.
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